Hace escasos días se cumplió el 140
aniversario de la proclamación de la Primera República Española (1873-74). En
la convulsión política y económica que actualmente vivimos, este acontecimiento
de primera plana ha pasado muy desapercibido, aún siendo uno de los
acontecimientos claves, por su desarrollo y evolución, de la historia reciente
de nuestro país.
La Primera República (Memoria de España)
La Primera República Española se
desarrolla dentro del periodo conocido como Sexenio Revolucionario (1868-73).
Fue proclamada tras la abdicación de Amadeo de Saboya y su duración fue de poco
más de diez meses. Fue un breve pero convulso periodo temporal en el que se
sucedieron: cuatro presidentes, numerosas sublevaciones, huelgas obreras, una
guerra en Cuba, el problema cantonal en Cartagena, la elaboración de una
Constitución Federal, no nata, así como diferentes concepciones sobre como se
debería desarrollar este proceso político novedoso en la historia de España.
El 11 de febrero de 1873 era
proclamada la Primera República por el Congreso de los Diputados y el Senado
reunidos en Asamblea General, por un total de doscientos cincuenta y ocho votos
a favor frente a treinta y dos en contra, eligiéndose a Estanislao Figueras
como presidente del Gobierno de la coalición radical-republicana, con minoría
federalista. Pero el pacto coyuntural enseguida comenzó a resquebrajarse.
Figueras, uno de los líderes más moderados del republicanismo, es nombrado
”jefe del poder ejecutivo” y forma un gobierno con ministros republicanos y del
partido radical. En estos momentos, los republicanos controlan el gobierno y
los radicales controlan las cortes y enseguida surgirá el enfrentamiento
interno. La nueva república apenas tiene apoyos sociales:
-
La burguesía intelectual sólo quiere una mayor democratización,
sin cambios radicales.
-
Los campesinos y obreros piden reparto de tierras,
reducción de la jornada laboral o eliminación del sistema de quintas, un
auténtico programa revolucionario desde el punto de vista social.
-
A nivel internacional, únicamente EEUU había reconocido al nuevo régimen.
-
En el interior, la mayor parte de los partidos se oponían
al nuevo régimen: carlistas, alfonsinos, el partido constitucional se pasa a la
abstención y el partido radical, a los pocos meses también abandona el sistema.
De este modo, la República estaba
condenada al fracaso prácticamente desde su aparición. En este contexto se
producen numeroso levantamientos campesinos en Andalucía, que fueron reprimidos
por el gobierno, así como los primeros focos federalistas, partidarios de
organizar un estado federal desde abajo.
En un primer momento, y ante la
agitación de los federalistas en algunas ciudades que proclamaron las Juntas
como centros de poder en lugar de los Ayuntamientos, ante el temor de que fuese
imposible restablecer el orden. Pi y Margall consiguió que las Juntas
revolucionarias que surgieron por todo el país se disolvieran y que se
respetasen los Ayuntamientos y Diputaciones existentes, al tiempo que él y
Figueras evitaban la proclamación del Estado catalán. Dos ocasiones intentó el
partido radical un golpe de estado: el primero encabezado por Martos,
presidente del congreso y líder del partido radical, que Fracasa, saliendo del
gobierno los ministros del partido radical; en marzo se disuelven las cortes y
se convocan elecciones. Entonces el
partido radical intenta un nuevo golpe de estado que es descubierto y detenido.
En mayo se organizan las elecciones a cortes constituyentes y el partido republicano federal obtiene mayoría,
pero con más de un 60% de abstención.
Las nuevas cortes proclaman la República Federal. Se empieza a debatir
un proyecto de constitución; Figueras dimite y es sustituido por Pi y Margall en el poder ejecutivo, un intelectual
brillante, de ideas libertarias y seguidor de Proudhon que había dedicado toda
su vida a teorizar sobre el Estado republicano federal, concebido como una suma
de pactos entre regiones y federalismo organizado desde la base.
En estos meses se redacta la llamada Constitución
de 1873, que finalmente no llegó a entrar en vigor. En ella se establecía
una república federal formada por 17
estados, incluidos Puerto Rico y Cuba, y los territorios de ultramar. Cada
estado podía tener su propia constitución e incluso dentro de cada estado, cada
municipio se convertía en un núcleo con su constitución y con división de
poderes entre:
-
El Alcalde (Poder Ejecutivo)
-
El Ayuntamiento (Poder Legislativo)
-
Los Tribunales Locales (Poder Judicial)
A
nivel nacional se repite la división de poderes, con un legislativo
bicameral, un Congreso elegido por
sufragio universal masculino de mayores de 21 años, y un Senado formado por cuatro senadores por provincia, cuya
misión era vigilar la constitucionalidad de las leyes. El presidente de la República tenía el “poder
de relación” entre los poderes del estado y entre los distintos estados.
Aparecía también una relación de los derechos del hombre, ampliándose así el de
asociación, la soberanía popular y la declaración del estado laico.
Pero la República se enfrenta a numerosos problemas:
- Había estallado la tercera Guerra Carlista (1872-76)
y no se conseguía controlar.
-
Se inicia una huelga general proclamada por la A.I.T. en
Alcoy, sofocada por el ejército.
-
Se había iniciado una guerra en Cuba. La burguesía
comercial española que residía en la isla se oponía a las medidas que anunciaba
el Sexenio, e incluso en la isla, al estallar la revolución, junto a la
aparición de juntas revolucionarias, se inicia una sublevación por la
independencia. La guerra comienza con el llamado Grito de Yara en 1868 y será
dirigido por Manuel de Céspedes. La revolución se extiende al contar con el
apoyo de los pequeños propietarios y sobre todo de los esclavos negros. La
junta revolucionaria solicita una abolición del sistema de esclavitud y
participación en el sistema político, pero la respuesta de la península
llegaría tarde. Esta es la llamada guerra de los Diez Años (1868-78).
-
El Movimiento Cantonal: que exige establecer desde
abajo y hacia arriba el estado federal, sin esperar a que se impusiera desde
las Cortes o desde el gobierno. El cantonalismo pretende dividir las diversas
zonas de la península en estados soberanos. A principios de julio estalla el
movimiento proclamándose el cantón de Cartagena que se extenderá por la zona
del levante y Andalucía y se formarán juntas revolucionarias. Se hace
irreconciliable la división entre la dirección del Partido Republicano Federal
y el grupo de los intransigentes. Esta minoría abandona las Cortes e incita la
formación de cantones, en el propio Madrid. En este movimiento participan
clases medias y populares urbanas (artesanos o tenderos y obreros). En la
mayoría de los sitios el gobierno, debido a la participación del ejército, irá
controlando la situación excepto en Cartagena, cantón que se mantiene independiente
hasta finales del verano. La principal consecuencia política será la sustitución de Pi y Margall por Salmerón.
Los inicios del cantonalismo supusieron
el final de Pi y Margall, que había tratado de llevar a cabo una política
conciliadora. Su sucesor, Nicolás Salmerón, endureció la postura del
Gobierno y los cantones remitieron ante la represión de los generales Martínez
Campos en Levante y Pavía en Andalucía. El gobierno de Salmerón supuso un giro
conservador; sus principales objetivos fueron, sofocar el cantonalismo y frenar
el avance carlista, así como reprimir a los internacionalistas por medio del
cierre de sus locales y la detención de sus militantes, objetivos que serán
cumplidos por la guardia civil. La actuación de este Gobierno suscitó en las
Cortes fuertes polémicas, lo que provocó su dimisión en septiembre de 1873.
Su sucesor, Castelar, intentó
obtener el apoyo de las clases conservadoras y sobre todo del ejército.
Estableció una política autoritaria, recortando libertades individuales,
disolviendo a los voluntarios de la república y suspendiendo las garantías
constitucionales. El rechazo del Parlamento a la política de Castelar,
protagonizado por la izquierda republicana, provocó la derrota de ésta,
haciendo viable la implantación de un régimen de federalistas puros, hecho que
sería impedido por el golpe de estado del 3 de enero de 1874 del general
Pavía, que realiza en nombre del ejército y no como hasta ahora. Este hecho
supondrá el fin del primer intento de establecer un republicanismo
institucional, y por ende supondrá en final del Sexenio.
De
inmediato, tras el golpe de Pavía, se estableció un gobierno provisional,
presidido por Serrano a lo largo de 1874, mientras que los monárquicos
concluían en Sandhurst, el 1 de diciembre de 1874, la cesión de los derechos
dinásticos de Isabel II en su hijo D. Alfonso de Borbón, el futuro Alfonso XII.