Aquel 18 de julio de 1936, un sábado caluroso de hace exactamente 76 años, tuvo lugar uno de los acontecimientos más
relevantes, trascendentes y estudiados de nuestra historia reciente: el
levantamiento militar contra el gobierno del Frente Popular de la Segunda
República.
Desde que
se proclamase la Segunda República en 1931, los militares africanistas aceptaron el nuevo régimen, aunque con
algunas reservas. Sin embargo, las medidas que en materia militar
tomó Azaña provocaron una total animadversión hacia la
República. Entre estas medidas destacaba la reforma del estamento militar, que amenazaba
con anular muchos de los ascensos logrados por esta generación en el campo de
batalla, por medio de méritos de guerra logrados en las campañas del
Rif, o el cierre de la Academia de
Infantería de Toledo, donde todos ellos se habían forjado, y
que significaba para ellos un símbolo.
Todo ello se
acrecentó debido al clima de tensión social y política que iba
en aumento: como la sublevación de Sanjurjo de 1932, la Revolución de octubre
de 1934, contra el Gobierno de centroderecha de Alejandro Lerroux, las
numerosas acciones reivindicativas de carácter violento, los continuos
enfrentamientos entre falangistas y republicanos de izquierdas, etc. En este
contexto de enfrentamientos callejeros y de continuos ajustes de cuentas, en
los días previos al golpe, tuvieron lugar una serie de sucesos claves para el
desenlace: el 12 de julio fue asesinado el Teniente de la Guardia de Asalto, José
Castillo, a manos de pistoleros falangistas. Este asesinato fue
contestado, en la madrugada del 13 de julio, con el secuestro y asesinato de Calvo
Sotelo (político de la derecha conservadora y líder de Bloque Nacional), a
manos de varios miembros de la Guardia de Asalto. Este hecho, forzó
el compromiso de muchos vacilantes, incluido Franco, e hizo que quedaran
disimulados los largos preparativos que habían precedido al golpe militar.
El
pronunciamiento se llevaría a cabo bajo las directrices marcadas por el General
Mola, que procuró atraerse el apoyo de los sectores políticos de la derecha
(monárquicos, falangistas y requetés). En la sublevación se encontraban
generales como Sanjurjo, Franco, Yagüe, Fanjul, Orgaz o Varela. Después
se sumaron Queipo de Llano, López Ochoa o Cabanellas. Inicialmente Mola fijó
como fecha para la sublevación el 10 de julio, pero el alzamiento militar
comenzó en Melilla el 17 de julio, dónde el General Yagüe, jefe militar
de la Legión, se alzó en armas. El Alzamiento se extendió rápidamente al resto
del protectorado marroquí.
Desde Marruecos, el día 18, el General
Franco, que ya había asegurado el triunfo de la sublevación en Canarias se
dirigió hacia la Península al frente del ejercito de África. El Jefe de Gobierno, Casares Quiroga,
quizá sin darle la importancia necesaria a la rebelión, se negó a entregar
armas a la población civil, lo que supuso la pérdida de un tiempo vital para
impedir el progreso del alzamiento. Otros estudiosos del tema, han afirmado que
Casares Quiroga temía que la entrega de armas a las organizaciones obreras
supusiera revolución social armada. Una vez convencido de su error, Casares
Quiroga dimitió. Azaña quiso parar la guerra intentando formar Gobierno con Martínez Barrio, político centrista,
pero esta proposición fue rechazada tanto por Mola como por Largo Caballero,
quienes pensaban que la guerra era ya un hecho inevitable. El Gobierno Giral,
nombrado de modo inmediato, inició el reparto de armas a los civiles, sin otro
control que la comprobación de su identidad.
La
misma mañana del día 18 de julio Queipo de Llano se incorporó al golpe
en Sevilla y consiguió dominar todos los centros neurálgicos de la ciudad.
Entre el 18 y el 19 de julio se unieron
al golpe parte de las guarniciones de diversas
capitales de la Península, pero con resultado muy diverso.
La
actuación de los civiles armados fue decisiva para el fracaso de la rebelión en dos ciudades claves del Estado: Madrid
y Barcelona, con lo que se decidió la
suerte de los territorios circundantes: Castilla la Nueva y Cataluña.
En
Madrid la sublevación no tuvo la suficiente coordinación. Los sublevados,
dirigidos por el general Fanjul, permanecieron en los cuarteles, quedando
bloqueados por las fuerzas leales al Gobierno y por las milicias armadas. Los
socialistas y comunistas utilizaron las milicias que habían formado para
asaltar el Cuartel de la Montaña, donde murieron todos los soldados, librándose
a duras penas el propio general Fanjul, aunque poco después sería fusilado.
En
Barcelona, la resistencia a la rebelión corrió a cargo de las milicias
anarquistas de la CNT. Las fuerzas sublevadas salieron a la calle, pero fueron
contenidas por los milicianos, por la Guardia Civil, que había permanecido leal
al Gobierno de la Generalitat, y por la Guardia de Asalto.
El
alzamiento triunfó en media España, y fracasó en la otra mitad, pero la
situación estratégica de la República era notablemente superior. Se mantuvieron
fieles a la República: el Norte peninsular (las regiones industriales y
mineras), la fachada cantábrica que garantizaba buenas comunicaciones
marítimas, la mitad de la zona pirenaica, que aseguraba las terrestres con el
extranjero, la región catalana, las comarcas trigueras de Castilla la Nueva, la
zona del Valle del Guadalquivir, las tierras de Valencia y Murcia y toda la
fachada mediterránea hasta Gibraltar.
De este modo y tras el fracaso parcial del golpe militar,
el territorio español quedó dividido en dos zonas y comenzó uno de los
episodios más oscuros de la historia de España, una guerra Civil que enfrentaría
entre sí a los españoles durante casi tres cruentos y largos años.
Documental: Ocurría en julio de 1936
Documental: El asalto al Cuartel de la Montaña
Franco con el general Balmes (primer plano-derecha), comandante de Las Palmas que murió el 16 de julio de 1936 en extrañas circunstancias. El viaje de Franco al funeral de Balmes en Las Palmas fue la coartada perfecta para poder salir así de Tenerife, dónde se encontraba vigilado por varios oficiales leales al Frente Popular. Fue en Las Palmas donde Franco recibió la noticia de la sublevación en el norte de África.
Llegada de Franco a Ceuta, procedente de Canarias.
El General Mola, el verdadero conspirador del alzamiento.
Queipo de Llano y sus colegas del alzamiento.
Cuartel de La Montaña (del Príncipe Pío)
Cadáveres de oficiales y soldados en el patio del Cuartel de La Montaña, tras el asalto republicano.
Fotos del Teniente Castillo de la Guardia de Asalto y de José Calvo Sotelo.
Entierro del Teniente Castillo, asesinado por pistoleros falangistas
Entierro de Calvo Sotelo, asesinado por miembros de la Guardia de Asalto