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viernes, 11 de enero de 2013

CASAS VIEJAS, 80 AÑOS DESPUÉS


           Hoy se cumple un triste aniversario dentro de la historia reciente de nuestro país, exactamente hace 80 años se desencadenaron los dramáticos sucesos de Casas Viejas, de enormes consecuencias políticas para la República.
El 8 de enero de 1933, se iniciaron alzamientos anarquistas en Barcelona, Madrid y Valencia. La insurrección fue sofocada rápidamente, pero, tres días después, el 11 de enero, estalló inesperadamente la lucha en el pequeño pueblo gaditano de Casas Viejas. En el lugar habían prendido las ideas anarquistas y revolucionarias contra el poder establecido, que oprimía a los campesinos que vivían en pésimas condiciones.
En la plaza del pueblo se concentraron un grupo de anarquistas exigiendo la destitución del alcalde, intentaron quemar la Casa de Arbitrios (registro de la propiedad) y asaltar el Cuartel de la Guardia Civil (donde resultan mortalmente heridos dos guardias civiles). Ante esta situación la Guardia Civil pidió refuerzos, que llegarían acompañados de Guardias de Asalto (al mando del capitán Manuel Rojas).  Los refuerzos ocupan el pueblo y muchos campesinos, temerosos de las represalias, huyeron hacia los campos. El resto se había encerrado en sus casas. Unas horas después, cuatro guardias civiles más y doce de asalto, mandados por el teniente Fernández Artal, se unieron. Con la ayuda de los dos guardias que habían resultado ilesos del asalto al cuartel, y que conocían a los vecinos del pueblo, el teniente comenzó la búsqueda de los rebeldes. Lograron capturar a dos de ellos y los sometieron hasta que señalaron a la familia de Francisco Cruz Gutiérrez, conocido como Seisdedos, un carbonero de setenta y dos años que asistía a las reuniones convocadas por el sindicato CNT. Dos de sus hijos y su yerno que se refugiaron en su casa, una choza de barro y piedra.  


Las fuerzas del orden rodean la casa y abren fuego para obligar a los refugiados a salir, pero estos se niegan. Se intentan llevar a cabo unas conversaciones con los rebeldes y la situación parece calmada hasta las 10 de la noche. Pasada la medianoche llegan nuevos refuerzos al mando del capitán Rojas, que toma el control de la operación y ordenó volver al ataque. Vuelven los disparos, y ante la resistencia de los que se encontraban en la choza, dio la orden de que se incendiara la casa para obligarles a salir.  En ese momento, algunos de sus ocupantes ya estaban muertos por las balas de los rifles y las ametralladoras. Dos fueron acribillados cuando salían huyendo del fuego. María Silva Cruz, La Libertaria, nieta de Seisdedos, salvó la vida al llevar un niño en  brazos. Ocho muertos fue el saldo; seis de ellos quedaron calcinados dentro de la choza, entre quienes se encontraban Seisdedos, dos de sus hijos, su yerno y su nuera. Amanecía un nuevo día, 12 de enero de 1933.


Rojas envió un telegrama al director general de Seguridad: "Dos muertos. El resto de los revolucionarios atrapados en las llamas". Le informaba también que continuaría con la búsqueda de los dirigentes del movimiento. Envió varias patrullas a registrar las casas. Durante el registro, un anciano de 65 años, al negarse a identificarse, es asesinado; para dar una lección a los vecinos se apresó a doce jóvenes, al azar, y fueron fusilados, de los cuales solo uno había participado en el levantamiento. Esposados, los arrastraron hasta la choza de Seisdedos y el capitán Rojas empezó el tiroteo seguido por otros guardias, asesinando a los doce. Poco después, abandonaron el pueblo. La masacre había concluido.
Diecinueve hombres, dos mujeres y un niño murieron (22 aldeanos) y 3 guardias corrieron la misma suerte. En total la sublevación de Casas Viejas se saldó con la muerte de 25 personas.
La verdad de los hechos tardó en conocerse, porque las primeras versiones situaban a todos los campesinos muertos en el asalto a la choza de Seisdedos, pero la Segunda República ya tenía su tragedia.
La sociedad española quedó conmocionada, no sólo por la magnitud de la tragedia, sino por que se trataba, sin duda, de un abuso de la autoridad contra una población que vivía en la miseria. A ello se une la implicación directa de la Guardia de Asalto, un cuerpo de seguridad creado por la República para mantener el orden público en el ámbito urbano y que utilizaba métodos menos represivos que los empleados por la Guardia Civil.



            La repercusión del suceso de Casas Viejas es tal que llega al Parlamento, donde los distintos grupos políticos piden responsabilidades a Azaña y a Casares Quiroga (Ministro de la Gobernación). El Gobierno, dispuesto a sobrevivir al acoso que desde la izquierda y la derecha emprendieron contra él por la excesiva crueldad con la que se había reprimido el levantamiento, eludió responsabilidades. "No se encontrará un atisbo de responsabilidad para el Gobierno", declaró su presidente, Manuel Azaña, en el discurso a las Cortes del 2 de febrero de ese año. "En Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir”. Frente a "un conflicto de rebeldía a mano armada contra la sociedad y el Estado", él no tenía otra receta, les repitió varias veces a los diputados, aunque se corriera el riesgo de que algún agente del orden pudiera excederse "en el cometido de sus funciones".

Manuel Rojas, Capitán de la Guardia de Asalto

            Azaña desmiente las acusaciones que pesan sobre él y crea una Comisión para aclarar lo sucedido. Comparecen varios capitanes de la Guardia de Asalto, e involucran al Director General de Seguridad, que es cesado de su cargo.  También comparece el Capitán Rojas quién afirma que solo cumplía órdenes, que le habían instado a que no hubiera heridos ni prisioneros y que el propio Azaña le había ordenado “Ni heridos, ni prisioneros, los tiros, a la barriga”.
            Finalmente el gobierno logra salvar la situación tras ganar una moción de confianza a la que es sometido el 16 de marzo de 1933, y gracias al informe positivo de la Comisión investigadora, que había concluido que no existía responsabilidad directa por parte de ningún ministro. Sin embargo, y a pesar de ello, el gobierno queda seriamente tocado en su prestigio y credibilidad.

Azaña en la Comisión investigadora


 Enlace interesante sobre el tema: 
http://www.memorialibertaria.org/IMG/pdf/El_caso_Casas_Viejas.pdf