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jueves, 11 de septiembre de 2014

11 DE SEPTIEMBRE DE 1973. Golpe militar en Chile



"Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La Historia es nuestra y la hacen los pueblos (...)
Salvador Allende, 11/09/73. 

Hoy se cumplen 41 años del golpe militar de Pinochef que derrocó al gobierno democrático de la Unidad Popular que presidía Salvador Allende, primer gobierno socialista elegido por el pueblo.
El gobierno de Allende, apoyado por la Unidad Popular (un conglomerado de partidos de izquierda), destacó tanto por el intento de establecer un camino no revolucionario hacia un Estado socialista usando medios legales --la vía chilena al socialismo--, como por proyectos como la nacionalización del cobre, en medio de la polarización política internacional de la Guerra Fría y de una grave crisis económica y financiera interna. La Cámara de Diputados, de mayoría opositora, aprobó un documento en agosto de 1973 en el que acusaba al gobierno de Allende de incurrir en violaciones permanentes de la constitución. Su gobierno terminó abrúptamente mediante un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, en el que participaron las tres ramas de las Fuerzas Armadas y el cuerpo de Carabineros, tres años antes del fin su mandato constitucional; ese mismo día, después de que el Palacio de La Moneda fuese atacado por aviones y tanques, supuéstamente se suicidó, aunque esta versión de la muerte de Allende cada vez tiene menos peso. 

LA ÚLTIMA DECISIÓN DE ALLENDE, dirigido por Patricio Henríquez 



Reivindicando a Salvador Allende y la vía chilena al socialismo.

Artículo de  Marcos Roitman (10-09-2014) Publicado en eldiario.es 
Como todos los años, desde el 11 de septiembre de 1973 -día del golpe militar que derrocase al gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende- se acumulan recuerdos. Muchos de ellos teñidos por la nostalgia, lo que pudo ser y no fue. La nacionalización de los recursos estratégicos; la profundización de la reforma agraria; la autonomía de los pueblos originarios; una nueva constitución; educación, sanidad y vivienda para acabar con la desigualdad; promover la justicia social y consolidar los derechos laborales y civiles.
En la memoria, seguramente, dos discursos pronunciados por Allende en momentos claves, ambos improvisados. El primero, desde el balcón de la Federación de Estudiantes de Chile con motivo del triunfo electoral, la noche del 4 de septiembre de 1970; y el segundo, desde La Moneda, emitido por Radio Magallanes el 11 de septiembre de 1973 y considerado su testamento político.
En ambos se apela a la responsabilidad, a la conciencia del pueblo chileno, a sus trabajadores, mujeres, estudiantes, campesinos e intelectuales. El 4 de septiembre señala: "Este triunfo no tiene nada de personal, y que se lo debo a la unidad de los partidos populares, a las fuerzas sociales que han estado junto a nosotros. Se lo debo al hombre anónimo y sacrificado de la patria, se lo debo a la humilde mujer de nuestra tierra. Le debo al triunfo al pueblo de Chile, que entrara conmigo a La Moneda. La victoria alcanzada por ustedes tiene una honda significación nacional. Desde aquí declaro, solemnemente, que respetaré los derechos de todos los chilenos. Pero también declaro y quiero que lo sepan definitivamente, que al llegar a La Moneda, y siendo el pueblo gobierno, cumpliremos el compromiso que hemos contraído, de convertir en realidad el programa de la Unidad Popular (...) Les digo que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria".
El 11 de septiembre el pueblo chileno fue expulsado de La Moneda, perseguido, torturado, y asesinado. En dicha ocasión, nuevamente, Allende apela a la conciencia del pueblo chileno para aprender de la historia, reivindicar dignidad y sentenciar: "Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza (...) El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse (...) Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano; tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".    
Los sueños por construir un Chile nuevo, soberano, democrático y socialista se truncaron por una traición cocida a fuego lento a base de sabotaje, mercado negro, desabastecimiento, bloqueo y huelgas patronales; todo ello atizado por Estados Unidos, la CIA, el Pentágono y sus aliados. Se inauguró una larga noche de fascismo criollo. Los militantes de la Unidad Popular, dirigentes y responsables políticos, fueron tildados de terroristas, subversivos, enemigos de la patria y traidores. Perseguidos, perdieron la condición de seres humanos y pasaron a ser "perros", "canalla comunista", "alimañas marxistas leninistas". Se les negó el derecho a defenderse, el habeas corpus.
El odio y la sed de venganza impregnó a los hacedores del golpe. Civiles pertenecientes a la democracia cristiana, el partido nacional y el grupo neofascista "patria y libertad" brindaron con champán, mientras la fuerza aérea bombardeaba La Moneda. La derecha chilena mostraba su desafección democrática, cobardía política y aversión a las clases trabajadoras y al pueblo. En su vanidad nunca aceptaron la derrota electoral de 1970.    
La Unidad Popular había logrado, por primera vez en la historia de Chile, la confluencia entre partidos de la izquierda marxista con sectores medios progresistas, socialdemócratas, independientes, radicales laicos y cristianos por el socialismo. Su programa fue aprobado por unanimidad con anterioridad al nombramiento de Salvador Allende como candidato presidencial. Se le conoce como las 40 medidas del gobierno de la Unidad Popular.
Hoy la mayoría de las reivindicaciones siguen vigentes. Por su relevancia cito alguna de ellas: supresión de los sueldos fabulosos; acabar con los gestores administrativos y traficantes políticos; honestidad administrativa; reforma fiscal; jubilaciones justas a los mayores de 60 años; seguridad social para todos; protección a la infancia; creación del Ministerio de la Familia; casa, luz y agua potable para todos; combate al alcoholismo; alquileres a precios fijos; reforma agraria; asistencia médica gratuita; rebaja en el precio de los medicamentos; no más ataduras al Fondo Monetario Internacional; sanción a los especuladores; disolución de los grupos represivos pertenecientes a las fuerzas de Carabineros; fin de la justicia de clase; trabajo digno; y creación del Instituto Nacional del Arte y la Cultura.
Ninguno de los puntos programáticos enunciados ha sido practicado, primero por los gobiernos de la Concertación, luego por la derecha y hoy por Nueva Mayoría, es decir, los herederos de la Unidad Popular. Por el contrario, Chile se ha trasformado en uno de los países con mayor desigualdad. El latifundismo campa a sus anchas, la educación se privatiza, el hambre y la desnutrición afectan a la población infantil, mientras el FMI controla la economía con sus políticas neoliberales de austeridad y ajuste. La sanidad pública y universal -uno de los logros más importantes de la Unidad Popular- se ha privatizado en beneficios de compañías de seguros y clínicas privadas. La honestidad administrativa y la trasparencia política -dos banderas del Chile democrático y republicano- ceden paso a una corrupción institucional de grandes dimensiones, inexistente hasta los años de la dictadura. Empresarios y clase política convergen en una bacanal consumista, de lujo y ostentación. Una verdadera plutocracia. El pueblo mapuche ha sido vilipendiado y ultrajado. Su territorio usurpado y vendido a las multinacionales para construir presas hidroeléctricas y megaproyectos mineros.
Y lo más sangrante: la Constitución sigue siendo la elaborada por la dictadura en 1980. La larga noche del neoliberalismo no ha concluido. Chile es buen ejemplo. La vía chilena al socialismo sigue siendo una alternativa. Reivindicarla es de justicia

lunes, 1 de septiembre de 2014

El asalto de Hitler a Polonia: comienza la SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Viernes, 1 de septiembre de 1939, 4,45 horas. Las tropas alemanas cruzan la frontera polaca. A la misma hora, el acorazado alemán "Schleswig-Holstein" cañonea el puerto de Danzing. El gauleiter Forster declara anexionada la ciudad al Reich. 
A las 6,00 horas aviones alemanes bombardean Varsovia, Cracovia, Poznan, Lodz, Katowice, Tomaszow, Plock, Grudziadz, Radom, Lvov, Grodno, Brest y Tererspol. Esta "expedición de castigo" se convertirá de inmediato en el detonante de la Segunda Guerra Mundial. Dos días más tarde, y en cumplimiento de las garantías dadas a Polonia por sus aliados, Francia y el Reino Unido declaran la guerra a Alemania.

            La clave del plan germano es la velocidad. El Alto Mando alemán emplea sus mejores unidades, dejando prácticamente desguarnecida la frontera con Francia. Las operaciones deben terminarse cuanto antes en previsión del tan temido contraataque francés y británico. Para la veloz ejecución del plan, se cuenta con dos factores:
- La orografía polaca, sin obstáculo natural insalvable, excepto los ríos Vístula, Narew, Bug y San,
- Su nueva doctrina de combate, la Blitzkrieg o guerra relámpago.

DOCUMENTAL:
 "EL ASALTO DE HITLER, COMO COMENZÓ LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL" 
(Canal Historia)










jueves, 17 de julio de 2014

17 de julio de 1936, COMIENZA EL ALZAMIENTO NACIONAL EN MELILLA

El alzamiento militar que daría paso a una sagrienta guerra civil de casi tres años de duración, se inició en Melilla el 17 de julio de 1936. Ese día los militares más conservadores del Ejército se levantaron contra el gobierno de la República. Para su planificación fue necesaria la connivencia de grupod de presión político-económicos, así como la colaboración del Ejército.
El alzamiento comenzó antes de lo planeado en Melilla. En la mañana del día 17 los oficiales insurrectos se reunieron en la sala de cartografía del Cuartel General. El Coronel Juan Seguí, encargado de dirigir la operación desde allí comunicó las órdenes que le había remitido el General Mola. La sublevación comenzaría a las 5 de la mañana del día 18 de julio. Se trazaron los planes sobre como ocupar los principales edificios públicos de la ciudad y se comunicaron estos planes a los principales jefes de la Falange para que estuvieran preparados. Allí surgió un hecho que precipitaría todos los acontecimientos. Uno de estos líderes de la Falange, Álvaro González, comunicó las intenciones de los militares a los dirigentes republicanos, quienes a su vez se lo comunicaron al General de Brigada Romerales.
En el momento que los militares abandonaron la sala de cartografía, el General Romerales ordenó al Teniente Zaro, esperar a que los militares regresaran de nuevo a la sala de cartografía para rodear el edifico y detenerles.
Cuando el Teniente Zaro entró en la Sala para llevar a cabo la detención la situación era irremediable. El alzamiento se había adelantado.
Uno de los militares allí presentes, el Coronel Darío Gazapo, telefoneó a la unidad de la Legión Extranjera para que se presentara allí inmediatamente. Ante tal situación el Teniente Zaro, sabedor que no tenía nada que hacer contra la Legión, se rindió en aquel mismo instante ante los militares sublevados. La primera intentona de frenar el Alzamiento había fracasado. Después de esto el Coronel Juan Seguí, como oficial al mando, y en nombre del General Franco, se dirigió al despacho del General de Brigada Romerales pistola en mano. Dentro del despacho ya se estaba produciendo un altercado entre los oficiales de Romerales. Unos le decían que se rindiera ante esta situación y otros, todo lo contrario, que arrestara a los insurgentes. En ese momento de indecisión de Romerales, Juan Seguí entró en el despacho y le apuntó directamente, obligándole a rendirse.
Habiéndose hecho con el poder del Cuartel General de Melilla los militares decretaron el Estado de Guerra del ejército y según los planes acordados en la sala de Cartografía, ocuparon los edificios públicos en nombre del General Franco, pese a que este todavía se encontraba en las Islas Canarias, cerraron todos los centros de gobierno y detuvieron a todos los dirigentes republicanos.
Según algunos historiadores, el citado general concedió cierta flexibilidad a los destacamentos de las demás provincias para que cada cual eligiera según las circunstancias la fecha y la hora en la que podían divulgar el bando de guerra. Otros autores sostienen que la dispersión de fechas fue consecuencia de cierta incompetencia por parte de los sublevados. De modo inmediato se extendió a Tetuán y a Ceuta donde el corone Juan Yagüe se apoderó de la ciudad sin disparar un solo tiro. Prácticamente todo el Marruecos español estaba en manos de los rebeldes antes de que Franco, procedente de las Canarias, se pusiera al mando de las tropas sublevadas.
Al día siguiente, el 18 de julio, el levantamiento se extendió a territorio peninsular, y su fracaso desembocó en la Guerra Civil. 
            
          Sin embargo, un enigmático suceso, que a día de hoy despierta múltiples incógnitas, fue el que permitió a Franco viajar desde Tenerife (dónde se encontraba confinado, por orden del Gobierno de la República) a Gran Canaria; este hecho fue la muerte del General Balmes.
El africanista Amado Balmes Alonso, comandante militar de la plaza de Las Palmas, fallecía de un tiro en el estómago, cuando manipulaba su propia arma. Este rocambolesco suceso permitió al Comandante militar de Canarias, Francisco Franco, trasladarse desde Tenerife a Gran Canaria.

             Este hecho, siempre quedó para la historiografía, tanto de un bando como de otro, que su muerte permitió al comandante militar de Canarias, futuro dictador trasladarse desde Tenerife a Gran Canaria con el objetivo aparente de presidir las exequias de su compañero.El «Dragon Rapide» lo esperaba en Gando para trasladarlo a Marruecos y ponerse al mando de las tropas alzadas. ¿Fue accidental la muerte de Balmes o fue un crimen para dejar expedito el paso a la sublevación? (Ángel Viñas: La conspiración del Genral Franco, Crítica. 2011)





sábado, 12 de julio de 2014

12 de julio de 1936: Asesinato del teniente JOSÉ CASTILLO.

El13 de julio de 1936, el diario “El Sol” daba la noticia del asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo Sáenz de Heredia.


“A las diez y cinco, en la calle de Augusto Figueroa, donde vivía el teniente de asalto don José Castillo, perteneciente al segundo grupo, que tiene su alojamiento en el cuartel de Pontejos, esperaba un grupo, al parecer de cuatro individuos. A esa hora el Sr. Castillo salió de su domicilio para tomar el servicio, que empezaba a prestar a las diez. Un testigo ha declarado que pudo escuchar cómo uno de los cuatro individuos dijo: «Ése, ése es», señalando al teniente Castillo. Al acabar de oír esto, cayó al suelo, a efectos de un fuerte empujón, y simultáneamente sonaron varios disparos. Se repuso rápidamente este testigo a tiempo de recibir al Sr. Castillo al desplomarse. Ayudado por otro vecino de la misma calle, trasladó al señor Castillo a un automóvil y se dirigieron al Equipo Quirúrgico. El teniente falleció en el camino. 
El cuerpo del teniente Castillo presentaba una herida de arma de fuego con orificio de entrada por la cara posterior del brazo izquierdo. Y otra, también de arma de fuego, con entrada por el quinto espacio intercostal y sin orificio de salida, mortal de necesidad. 
Durante la tarde, la aglomeración de gente, compuesta en su mayoría por clase obrera, que acudía a la Dirección de Seguridad para desfilar ante el cadáver del teniente Castillo, era enorme. Estacionada frente al edificio de la Dirección, había a las seis de la tarde, unas cuatro mil personas.”

Teniente José Castillo (1901-1936)

 El asesinato del teniente Castillo, partidario de la República y simpatizante socialista, la noche del 12 de julio de 1936, convulsiona España y lleva a sus compañeros de la Guardia de Asalto a pedir venganza
José del Castillo Sáenz de Tejada nace en Alcalá la Real (Jaén) el 29 de junio de 1901. A los 18 años ingresa en la Academia militar de Toledo y una vez licenciado es destinado a Marruecos. En 1925 consigue ser ascendido a teniente y su nuevo destino se fija en el regimiento de Infantería de Alcalá de Henares. Con la proclamación de la República comienza a participar en la vida política, y sus simpatías se dirigen hacia la corriente socialista. 
Cuando tiene lugar la Revolución de Octubre de 1934, el teniente se encuentra al mando de una sección de morteros destinada en Cuatro Caminos, cuya misión es sofocar una manifestación de apoyo a los revolucionarios asturianos. Las órdenes de sus superiores son claras: disolver la concentración. A pesar de ello y de la gravedad de la situación, el teniente no interviene y, tal como detalla el historiador Marino Aguilera Peñalver, Castillo proclama en voz alta: "Yo no tiro sobre el pueblo". Su desacato es juzgado en consejo de guerra y Castillo es condenado a un año de cárcel. Pero el teniente cada vez se identifica más con la República y quiere jugar un papel más efectivo en su defensa. Por ello, al salir de prisión ingresa inmediatamente en la Guardia de Asalto, y de nuevo es destinado a Madrid.
 El 16 de abril de 1936 se ve obligado a intervenir durante el entierro de un guardia civil fallecido dos días antes durante la celebración del 5º aniversario de la República. El entierro se transforma en una manifestación antigubernamental de la derecha y en el altercado el teniente mata a Andrés Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, y dispara contra un estudiante de Medicina, que queda gravemente herido. Según la reconstrucción de los hechos hecha por lan Gibson, Castillo había perdido los nervios. A partir de ese día el teniente se convierte en uno de los principales objetivos de Falange.
Pese a los esfuerzos de la Guardia de Asalto por apartar al teniente del punto de mira de los falangistas, Castillo sufre dos intentos de asesinato, de los que sale ileso pero que obligan a las milicias socialistas que él entrena a escoltarle permanentemente.
 La premonición se cruza en su camino el 12 de julio de 1936. José Castillo recibe una advertencia de boca de una compañera y militante socialista, Leonor Menéndez, durante la celebración de una corrida de toros en la plaza de Las Ventas. Menéndez le pide que tenga cuidado. Castillo, incomodado, replica: "No conseguirán que me esconda". 
Esa noche, cuando se dirige hacia el cuartel de Pontejos, donde presta servicio, es abatido por cuatro encapuchados. Su cadáver es trasladado a la Dirección General de Seguridad. En el cuartel se comienzan a concentrar paisanos y guardias. La palabra que más se escucha es "venganza".                                                                                                                                               
    

viernes, 11 de julio de 2014

Las semejanzas y diferencias entre Marx y Keynes


Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 9 de julio de 2014


Este artículo señala las diferencias entre Marx y Keynes, que se confunden en el libro de Piketty sobre el capitalismo del siglo XXI. El artículo detalla las consecuencias de cada uno de estos pensamientos y su entendimiento de las causas de la crisis del capitalismo. El artículo señala también la importancia de este debate para entender la crisis actual.
Existe bastante confusión, resultado de una sorprendente falta de conocimiento histórico en la enseñanza española, de las diferencias existentes entre las escuelas económicas basadas en la interpretación del capitalismo de Karl Marx y las que se originan con John Maynard Keynes. Cuando, por ejemplo, se habla de que la crisis actual se debe a la falta de demanda, inmediatamente se atribuye esta observación a una visión keynesiana de la economía, cuando en realidad fue Karl Marx el que habló de la crisis del capitalismo como resultado de la descendente demanda, consecuencia de la bajada de los salarios de la mayoría de la población, perteneciente a la clase trabajadora. Fue Karl Marx el que claramente vio lo que ahora ha descrito y documentado Thomas Piketty en su libro sobre la evolución del capital en el siglo XXI, Capital in the Twenty-First Century. En El Capital, Karl Marx indicaba que la lógica del sistema capitalista lleva a una concentración del capital a costa de una “inmiseración” de la clase trabajadora, lo cual, añadía Karl Marx, creaba un enorme problema de demanda. Esta postura queda resumida en su frase de que “La causa final de toda crisis es siempre la pobreza y el limitado consumo de las masas”. Uno de los economistas que mejor predijo la crisis actual, Nouriel Roubini, así lo indicó en su entrevista en el Wall Street Journal: “Karl Marx llevaba razón. El capitalismo puede destruirse a sí mismo, pues no puedes tener una constante absorción de las rentas del trabajo por parte de las del capital, sin crear un exceso de capacidad y una falta de demanda. Y esto es lo que está ocurriendo… el salario del trabajador es el motor del consumo”. No es pues, John Maynard Keynes, sino Karl Marx, el que indicó que el empobrecimiento de la población supone un grave problema para el capitalismo: la escasa demanda. John Maynard Keynes habló también, más tarde, de la escasez de la demanda, pero poco de la concentración del capital. Y todavía menos de la relación entre esta concentración y el empobrecimiento de la población trabajadora. Esta era una de las grandes diferencias entre Karl Marx y John Maynard Keynes.
Otra gran diferencia entre Karl Marx y John Maynard Keynes, además del entendimiento de la crisis bajo el capitalismo (siendo el análisis de Karl Marx más completo que el de John Maynard Keynes), es en la solución a la crisis. Karl Marx creía que la solución a la crisis era una solución sistémica, que requería el cambio de la propiedad del capital, pasando de ser propiedad del capitalista a ser propiedad de los trabajadores (definidos como un colectivo que crea y produce el capital). Este cambio de propiedad era descrito esquemáticamente en el Manifiesto Comunista (el libro más vendido en la historia de la humanidad), que establecía una serie de principios, excesivamente simplificados, aunque presentados con una narrativa movilizadora. Pero (y es un enorme “pero”), Karl Marx no detalló cómo realizar dicha transición en el sistema de propiedad. Ni tampoco mostró qué políticas debían realizarse para trascender el capitalismo.
John Maynard Keynes, por el contrario, nunca se planteó la sustitución del capitalismo por otro sistema. Creía que el problema de la demanda podía resolverse con el intervencionismo del Estado, con un aumento, por ejemplo, del gasto y la financiación públicos, es decir –tal como indicó- “el gobierno y los bancos centrales pueden resolver el problema de la escasa demanda, bien directamente, con un aumento del gasto público, bien indirectamente, a través de la financiación de inversiones en programas de infraestructura”. Y la experiencia ha mostrado que el problema de la demanda podría resolverse, como se vio en la manera como se salió de la Gran Depresión (y también en la manera como no se está saliendo de la Gran Recesión actual, con sus absurdas políticas de austeridad). Ahora bien, aun cuando Karl Marx subestimó la capacidad de resistencia del capitalismo, el hecho es que todos los casos de salidas de las crisis han requerido una redistribución del capital hacia el mundo del trabajo, revirtiendo la redistribución (que Karl Marx llamó, con razón, “explotación”) del mundo del trabajo por parte del capital, que creó esas crisis (ver mi artículo “La explotación social como principal causa del crecimiento de las desigualdades”. Público. 01.05.14).
La mejor y más eficaz forma de estímulo de la demanda es precisamente el enriquecimiento (en lugar del empobrecimiento) de las masas (como diría Karl Marx) a costa de los intereses del capital, excesivamente concentrado hoy en día. Y el que mejor ha analizado este hecho ha sido Michal Kalecki, un economista polaco que claramente se merecía el Premio Nobel de Economía pero que ni siquiera fue considerado para ello por vérsele demasiado “rojo”. Pero hoy, y tal como ha reconocido Paul Krugman (el keynesiano más conocido hoy en el mundo) fue Michal Kalecki y no John Maynard Keynes el que mejor explicó las crisis del capitalismo, detrás de las cuales el conflicto Capital-Trabajo juega un papel fundamental (ver mi artículo “Capital-Trabajo: el origen de la crisis actual”, Le Monde Diplomatique, julio 2013).
Estas diferencias son claves para entender lo que está ocurriendo en el capitalismo y por qué. Karl Marx explicó claramente los orígenes de la crisis, causada por el enorme declive de las rentas del trabajo a causa del enorme crecimiento de las rentas del capital y su concentración. Subestimó, en cambio, la capacidad de respuesta, como bien ilustró John Maynard Keynes. Este, sin embargo, no fue consciente del contexto político, desarrollado por Michal Kalecki, el mayor y mejor analista del capitalismo.

jueves, 8 de mayo de 2014

LA CRISIS DE UCRANIA: Líneas rojas en Ucrania y en todas partes (Noam Chomsky)

Noam Chomsky *

La crisis actual en Ucrania es seria y amenazante, tanto que algunos comentaristas la comparan con la crisis de los misiles en Cuba, en 1962.
El columnista Thanassis Cambanis resume el meollo del asunto en The Boston Globe: “La anexión de Crimea por (el presidente ruso Vladimir) Putin es una ruptura del orden en el que Estados Unidos y sus aliados confían desde el fin de la guerra fría, en el que las grandes potencias sólo intervienen militarmente cuando tienen consenso internacional a su favor o, en ausencia de él, cuando no cruzan las líneas rojas de una potencia rival”.
Por lo tanto, el crimen internacional más grave de esta era, la invasión de Irak por Estados Unidos y Gran Bretaña, no fue una ruptura del orden mundial porque, aunque no obtuvieron apoyo internacional, los agresores no cruzaron líneas rojas rusas o chinas.
En contraste, la anexión rusa de Crimea y sus ambiciones en Ucrania cruzan líneas estadunidenses. En consecuencia, Obama se concentra en aislar a la Rusia de Putin, cortando sus lazos económicos y políticos con el mundo exterior, limitando sus ambiciones expansionistas en su propio vecindario y convirtiéndola de hecho en un Estado paria, informa Peter Baker en The New York Times.
En suma, las líneas rojas estadunidenses están firmemente plantadas en las fronteras de Rusia. Por consiguiente, las ambiciones rusas en su propio vecindario violan el orden mundial y crean crisis.
Este aserto es de aplicación general. A veces se permite a otros países tener líneas rojas en sus fronteras (donde también se ubican las líneas rojas de Estados Unidos). Pero no a Irak, por ejemplo. Ni a Irán, al que Washington amenaza continuamente con ataques (ninguna opción se retira de la mesa).
Tales amenazas violan no sólo la Carta de Naciones Unidas, sino también la resolución de condena a Rusia de la Asamblea General, que Estados Unidos acaba de firmar. La resolución comienza subrayando que la Carta de la ONU prohíbe la amenaza o el uso de la fuerza en asuntos internacionales.
La crisis de los misiles en Cuba también puso de relieve las líneas rojas de las grandes potencias. El mundo se acercó peligrosamente a la guerra nuclear cuando el entonces presidente John F. Kennedy rechazó la oferta del primer ministro soviético Nikita Kruschov de poner fin a la crisis mediante un retiro público simultáneo de los misiles soviéticos de Cuba y los misiles estadunidenses de Turquía. (Ya estaba programada la sustitución de los misiles de Estados Unidos por submarinos Polaris, mucho más letales, parte del enorme sistema que amenaza con destruir a Rusia.)
En aquel caso también, las líneas rojas de Estados Unidos estaban en la frontera de Rusia, lo cual era un hecho aceptado por todos los involucrados.
La invasión estadunidense de Indochina, como la de Irak, no cruzó líneas rojas, como tampoco muchas otras depredaciones estadunidenses en el mundo. Para repetir este hecho crucial: a veces se permite a los adversarios tener líneas rojas, pero en sus fronteras, donde también están colocadas las líneas rojas estadunidenses. Si un adversario tieneambiciones expansionistas en su propio vecindario y cruza las líneas rojas estadunidenses, el mundo enfrenta una crisis.
En el número actual de la revistaInternational Security, de Harvard-MIT, el profesor Yuen Foong Khong, de la Universidad de Oxford, explica que existe una larga (y bipartidista) tradición en el pensamiento estratégico estadunidense: gobiernos sucesivos han puesto énfasis en que un interés vital de Estados Unidos es prevenir que una hegemonía hostil domine alguna de las principales regiones del planeta.
Además, existe consenso en que Estados Unidos debe mantener su predominio, porque la hegemonía estadunidense es la que ha sostenido la paz y la estabilidad regionales, eufemismo que se refiere a la subordinación a las demandas estadunidenses.
Como son las cosas, el mundo opina diferente y considera a Estados Unidos un Estado paria y la mayor amenaza a la paz mundial, sin un competidor siquiera cercano en las encuestas. Pero, ¿qué sabe el mundo?
El artículo de Khong se refiere a la crisis causada por el ascenso de China, que avanza hacia la primacía económica en Asia y, como Rusia, tieneambiciones expansionistas en su propio vecindario, con lo cual cruza las líneas rojas estadunidenses. El reciente viaje del presidente estadunidense Obama a Asia tenía el objetivo de reafirmar la larga (y bipartidista) tradición, en lenguaje diplomático.
La casi universal condena de Occidente a Putin hace referencia aldiscurso emocional en el que el gobernante ruso explicó con amargura que Estados Unidos y sus aliados “nos han engañado una y otra vez, han tomado decisiones a nuestras espaldas y nos han presentado hechos consumados, con la expansión de la OTAN en Oriente, con el emplazamiento de infraestructura militar en nuestras fronteras. Siempre nos dicen lo mismo: ‘Bueno, esto no tiene que ver contigo’”.
Las quejas de Putin tienen sustento en hechos. Cuando el presidente soviético Mijail Gorbachov aceptó la unificación de Alemania como parte de la OTAN –concesión asombrosa a la luz de la historia–, hubo un intercambio de concesiones. Washington acordó que la OTAN no se movería un centímetro hacia el este, en referencia a Alemania Oriental.
La promesa fue rota de inmediato y, cuando el presidente soviético Mijail Gorbachov se quejó, se le indicó que sólo había sido una promesa verbal, carente de validez.
Luego William Clinton procedió a expandir la OTAN mucho más al este, hacia las fronteras de Rusia. Hoy día hay quienes instan a llevarla hasta la misma Ucrania, bien dentro del vecindariohistórico de Rusia. Pero eso no tiene que ver con los rusos, porque la responsabilidad de Estados Unidos desostener la paz y la estabilidad requiere que sus líneas rojas estén en las fronteras rusas.
La anexión rusa de Crimea fue un acto ilegal, violatorio del derecho internacional y de tratados específicos. No es fácil hallar algo comparable en años recientes: la invasión de Irak fue un crimen mucho más grave.
Sin embargo, viene a la mente un ejemplo comparable: el control estadunidense de la bahía de Guantánamo, en el sureste de Cuba. Fue arrebatada a punta de pistola a Cuba en 1903, y no ha sido liberada pese a las constantes demandas cubanas desde el triunfo de la revolución, en 1959.
Sin duda Rusia tiene argumentos más sólidos a su favor. Aun sin tomar en cuenta el fuerte apoyo internacional a la anexión, Crimea pertenece históricamente a Rusia; cuenta con el único puerto de aguas cálidas en Rusia y alberga la flota rusa, además de tener enorme importancia estratégica. Estados Unidos no tiene ningún derecho sobre Guantánamo, de no ser su monopolio de la fuerza.
Una de las razones por las que Washington rehúsa devolver Guantánamo a Cuba, presumiblemente, es que se trata de un puerto importante, y el control estadunidense representa un formidable obstáculo al desarrollo cubano. Ese ha sido un objetivo principal de la política estadunidense a lo largo de 50 años, que incluye terrorismo en gran escala y guerra económica.
Estados Unidos se dice escandalizado por las violaciones a los derechos humanos en Cuba, pasando por alto que las peores de esas violaciones se cometen en Guantánamo; que las acusaciones válidas contra Cuba no se comparan ni de lejos con las prácticas regulares entre los clientes latinoamericanos de Washington, y que Cuba ha estado sometida a un ataque severo e implacable de Estados Unidos desde el triunfo de su revolución.
Pero nada de esto cruza las líneas rojas de nadie ni causa una crisis. Cae en la categoría de las invasiones estadunidenses de Indochina e Irak, del rutinario derrocamiento de regímenes democráticos y la instalación de despiadadas dictaduras, así como de nuestro espantoso historial de otros ejercicios para sostener la paz y la estabilidad.
* Noam Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge, Mass.
© 2014 Noam Chomsky
Distributed by The New York Times Syndicate