La
situación política en España era crítica a mediados de 1930. La dimisión de
Miguel Primo de Rivera y su recambio por Dámaso Berenguer, en nada soluconaron
los problemas políticos y sociales del país, incrementados por la crisis
económica de la Gran Depresión. Cada vez eran más los que pensaban que el
problema radicaba en la propia monarquía. Ese era el ambiente en que se
alcanzó, en agosto de 1930, el Pacto de San Sebastián, la alianza de los grupos
republicanos españoles para derrocar a Alfonso XIII.
A las tres y
media de la tarde del 17 de agosto de 1930, quince hombres de edades y aspectos
muy dispares se reunieron en los locales del Casino Republicano de San
Sebastián. Habían viajado desde diversos puntos de España hasta la ciudad
cantábrica para negociar un pacto de acción de todos los republicanos contra la
monarquía de Alfonso XIII. La razón por la que se eligió San
Sebastián radicó en la importancia que esa ciudad tenía como residencia
temporal de verano, no sólo para la realeza y la aristocracia, sino también
para buena parte de la burguesía española de la época.
La reunión fue promovida
por Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura que
tuvo lugar en la ciudad vasca de San Sebastián el 17 de agosto de 1930. A esta reunión enviaron representantes prácticamente
todas las corrientes republicanas.
Presidida por Fernando Sasiaín (presidente del Circulo Republicano de
San Sebastián), a ella asistieron:
- por la Alianza Republicana: Alejandro Lerroux, del Partido Republicano Radical,
y Manuel Azaña, deAcción Republicana;
- por el Partido Radical-Socialista: Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza;
- por la Derecha Liberal Republicana:
Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura;
- por Acción Catalana: Manuel Carrasco Formiguera;
- por Acción Republicana de Cataluña: Matías Mallol Bosch;
- por Estat Català: Jaume Aiguader;
- por la Federación Republicana Gallega: Santiago Casares Quiroga;
- a título particular: Indalecio Prieto, Felipe Sánchez Román, Fernando de los Ríos y Eduardo Ortega y Gasset, hermano del filósofo;
- Gregorio Marañón no pudo asistir, pero envió una
carta de adhesión.
En esta reunión se
constituyó un comité
revolucionario, presidido por Alcalá-Zamora, que llegaría a ser el Primer
Gobierno Provisional de la Segunda República Española. Adoptó los
siguientes acuerdos :
- Organización autonómica del Estado.
- Establecer una República.
- Avalar la libertad religiosa y
política.
El siguiente artículo apareció en La Vanguardia, Barcelona, el 19 de agosto de 1930.
“LAS IZQUIERDAS ESPAÑOLAS
San Sebastián, 18 [de agosto de 1930]
Todas las personalidades del
republicanismo español citadas en la nota que más adelante reproducimos,
celebraron el domingo al mediodía, en el Hotel de Londres, una reunión
preliminar para cambiar impresiones brevemente y se convino reunirse a las tres
de la tarde en el domicilio social de la Unión Republicana de San Sebastián.
La reunión de dichos elementos comenzó
a las tres y media y terminó algo después de las seis. Al final se facilitó a
los periodistas la siguiente nota oficiosa:
«En el domicilio social de la Unión
Republicana, bajo la presidencia de don Fernando Sasiaín, se reunieron esta
tarde don Alejandro Lerroux y don Manuel Azaña, por la Alianza Republicana; don
Marcelino Domingo, don Álvaro Albornoz y don Ángel Galarza, por el Partido
Republicano Radical-Socialista, y don Niceto Alcalá Zamora y don Miguel Maura
por la Derecha Liberal Republicana; don Manuel Carrasco Formiguera, por Acció
Catalana; don Matías Mallol Bosch, por la Acción Republicana de Catalunya; don
Jaime Aiguadé, por “Estat Catalá”, y don Santiago Casares Quiroga, por la
Federación Republicana Gallega, entidades que juntamente con el Partido Federal
Español -el cual, en espera de acuerdo de su próximo Congreso, no puede enviar
ninguna delegación- integran la totalidad de los elementos republicanos del
país.
A esta reunión asistieron también,
invitados con carácter personal, don Felipe Sánchez Román, don Eduardo Ortega y
Gasset y don Indalecio Prieto, no habiendo podido concurrir don Gregorio
Marañón por hallarse ausente en Francia, y de quien se leyó una entusiasta
carta de adhesión [...].
Examinada la actual situación política,
todos los representantes concurrentes llegaron, en la exposición de sus
peculiares puntos de vista, a una perfecta coincidencia, la cual quedó
inequívocamente confirmada en la unanimidad con que se tomaron las diversas
resoluciones adoptadas.
La misma absoluta unanimidad hubo al apreciar la conveniencia
de gestionar rápidamente y con ahínco la adhesión de las demás organizaciones
políticas y obreras, que en el acto previo de hoy no estuvieron representadas,
para la finalidad concreta de sumar su poderoso auxilio a la acción que, sin
desmayos, pretenden emprender conjuntamente las fuerzas adversas al actual
régimen político».
Ampliando la nota anterior, podemos
decir que la cuestión batallona de la reunión fue el criterio mantenido por la
representación catalana, expuesto claramente por el señor Carrasco Formiguera
en el sentido de que para tomar parte en el hecho revolucionario necesitan
ellos el reconocimiento de la personalidad catalana, pues no pueden prescindir
de ser catalanes, aunque sean republicanos.
Unánimemente se mantuvo entre los
reunidos el criterio de que Cataluña redacte libremente el Estatuto Catalán,
sometiéndolo en su día al refrendo de las Cortes Constituyentes.
En este espíritu federalista de la
asamblea se dijo también que el mismo criterio habría de seguirse por lo que
respecta a otras regiones con personalidad definida, como son las Vascongadas,
Galicia, etc., dentro de la unión perfecta de todas ellas.
Se convino ampliar las gestiones de
todos los elementos antidinásticos, como el Partido Socialista, la Unión
General de Trabajadores, la Confederación General del Trabajo, etcétera [...]”