EN RECUERDO
DE LAS TRECE ROSAS
Las llamadas "Trece
Rosas" fueron trece mujeres de entre 18 y 29 años que fueron fusiladas
junto a la tapia del cementerio de la Almudena (Madrid) en la madrugada
del 5 de agosto de 1939, debido a su militancia en la organización
Juventudes Socialistas Unificadas y su defensa de la legalidad republicana tras
el fin de la guerra civil.
Sus nombres eran:
-
Carmen
Barrero Aguado, 20 años. Modista
-
Martina
Barroso García, 24 años. Modista.
-
Blanca
Brissac Vázquez, 29 años. Pianista.
-
Pilar Bueno
Ibáñez, 27 años. Modista.
-
Julia Conesa
Conesa, 19 años. Modista.
-
Adelina
García Casillas, 19 años. Activista.
-
Elena Gil
Olaya, 20 años. Activista.
-
Virtudes
González García, 18 años. Modista.
-
Ana López
Gallego, 21 años. Modista.
-
Joaquina
López Laffite, 23 años. Secretaria.
-
Dionisia
Manzanero Salas, 20 años. Modista
-
Victoria
Muñoz García, 18 años. Activista.
-
Luisa
Rodríguez de la Fuente. 18 años. Sastre.
Estas trece jóvenes pasarían a la
historia como Las Trece Rosas; la gran mayoría eran muchachas trabajaban como
costureras y que, de un modo u otro, estaban relacionadas con los partidos de
izquierdas y habían colaborado en el frente republicano con sus familiares o
amigos. Al terminar la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadas intentaron
reorganizarse de manera clandestina en la capital. Pero la gran mayoría de
dirigentes del Partido Comunista y de dichas juventudes habían huido al
extranjero, habían sido detenidos o asesinados. Sin embargo, aún quedaba grupo de
jóvenes dispuestos a continuar luchando por sus ideales, aunque disponían de
una escasa infraestructura y experiencia organizativa, a lo que se unía
una fuerte represión y control policial en aquellos primeros meses tras la
conclusión del conflicto fraticida; así las JSU fueron disueltas antes de haber
realizado acciones clandestinas. Aquellas jóvenes, fueron detenidas en la primavera
de 1939 y trasladadas a la prisión de las Ventas, algunas al módulo de menores
de edad. Allí permanecieron a la espera de un destino incierto hasta que un
atentado mortal desencadenó y precipitó los acontecimientos.
El 29 de julio miembros de las JSU
asesinaron en Talavera de la Reina a Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia
Civil, su hija de 18 años y el chófer del coche en el que viajaban. El comandante Gabaldón, era un antiguo miembro de la “quinta
columna” de Madrid y en aquel momento desempeñaba un importante cargo en el Archivo
de la masonería y el comunismo, que suministraba documentación a los
fiscales militares en los consejos de guerra contra los partidarios de la
República, de ahí que el régimen interpretara su muerte como un desafía al
nuevo régimen. Aunque todo parecía indicar que había sido obra de algún grupo
de antiguos soldados de la República, o de huidos, el régimen lo atribuyó a una
supuesta red comunista de grandes dimensiones.
El 3 de agosto se celebró un Consejo de Guerra ante el
que fueron juzgados 57 miembros de las JSU que permanecían detenidos desde
hacía meses. Entre ellos, las trece jóvenes. Antes de
ser condenadas
a muerte por el Consejo de Guerra bajo la acusación de un delito de
"adhesión a la rebelión" y de participar en actividades
clandestinas en contra del régimen recién instalado, las trece jóvenes habían sido conducidas a
instalaciones policiales, donde se les torturó para obtener información sobre
otros miembros de la organización clandestina, y más tarde, fueron recluidas en
el centro penitenciario de mujeres de Ventas, en Madrid, donde aguardaron
hacinadas durante meses un desenlace que se intuía, sin duda, dramático.
Cuarenta y ocho horas después de su dictamen, fueron trasladadas en un camión a
500 metros de la prisión y ejecutadas por un pelotón de fusilamiento, en la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid a
2 km de la prisión de Las Ventas. Al día siguiente fueron fusilados los autores
materiales del atentado.