Hoy se cumple un triste
aniversario dentro de la historia reciente de nuestro país, exactamente hace 80
años se desencadenaron los dramáticos sucesos de Casas Viejas, de
enormes consecuencias políticas para la República.
El 8 de enero de 1933, se
iniciaron alzamientos anarquistas en Barcelona, Madrid y Valencia. La
insurrección fue sofocada rápidamente, pero, tres días después, el 11 de enero,
estalló inesperadamente la lucha en el pequeño pueblo gaditano de Casas Viejas.
En el lugar habían prendido las ideas anarquistas y revolucionarias contra el
poder establecido, que oprimía a los campesinos que vivían en pésimas
condiciones.
En la plaza del pueblo se concentraron un grupo de
anarquistas exigiendo la destitución del alcalde, intentaron quemar la Casa de
Arbitrios (registro de la propiedad) y asaltar el Cuartel de la Guardia Civil
(donde resultan mortalmente heridos dos guardias civiles). Ante esta situación
la Guardia Civil pidió refuerzos, que llegarían acompañados de Guardias de
Asalto (al mando del capitán Manuel Rojas).
Los refuerzos ocupan el pueblo y muchos campesinos, temerosos de las represalias, huyeron hacia los
campos. El resto se había encerrado en sus casas. Unas horas después, cuatro
guardias civiles más y doce de asalto, mandados por el teniente Fernández
Artal, se unieron. Con la ayuda de los dos guardias que habían resultado ilesos
del asalto al cuartel, y que conocían a los vecinos del pueblo, el teniente
comenzó la búsqueda de los rebeldes. Lograron capturar a dos de ellos y los
sometieron hasta que señalaron a la familia de Francisco Cruz Gutiérrez,
conocido como Seisdedos, un carbonero de setenta y dos años que
asistía a las reuniones convocadas por el sindicato CNT. Dos de sus hijos y su
yerno que se refugiaron en su casa, una choza de barro y piedra.
Las fuerzas
del orden rodean la casa y abren fuego para obligar a los refugiados a salir,
pero estos se niegan. Se intentan llevar a cabo unas conversaciones con los
rebeldes y la situación parece calmada hasta las 10 de la noche. Pasada la
medianoche llegan nuevos refuerzos al mando del capitán Rojas, que toma el
control de la operación y ordenó volver al ataque. Vuelven los disparos, y ante
la resistencia de los que se encontraban en la choza, dio la orden de que se
incendiara la casa para obligarles a salir.
En ese momento, algunos de sus
ocupantes ya estaban muertos por las balas de los rifles y las ametralladoras.
Dos fueron acribillados cuando salían huyendo del fuego. María Silva Cruz, La Libertaria, nieta de Seisdedos, salvó la vida al
llevar un niño en brazos. Ocho muertos fue el saldo; seis de ellos
quedaron calcinados dentro de la choza, entre quienes se encontraban Seisdedos, dos de sus hijos,
su yerno y su nuera. Amanecía un nuevo día, 12 de enero de 1933.
Rojas envió un
telegrama al director general de Seguridad: "Dos muertos. El resto de
los revolucionarios atrapados en las llamas". Le informaba también que
continuaría con la búsqueda de los dirigentes del movimiento. Envió varias
patrullas a registrar las casas. Durante el registro, un anciano de 65 años, al
negarse a identificarse, es asesinado; para dar una lección a los vecinos se
apresó a doce jóvenes, al azar, y fueron fusilados, de los cuales solo uno
había participado en el levantamiento. Esposados, los arrastraron hasta la
choza de Seisdedos y el capitán Rojas
empezó el tiroteo seguido por otros guardias, asesinando a los doce. Poco
después, abandonaron el pueblo. La masacre había concluido.
Diecinueve
hombres, dos mujeres y un niño murieron (22 aldeanos) y 3 guardias corrieron la
misma suerte. En total la sublevación de Casas Viejas se saldó con la muerte de
25 personas.
La verdad de
los hechos tardó en conocerse, porque las primeras versiones situaban a todos
los campesinos muertos en el asalto a la choza de Seisdedos, pero la Segunda
República ya tenía su tragedia.
La sociedad española quedó conmocionada, no sólo
por la magnitud de la tragedia, sino por que se trataba, sin duda, de un abuso
de la autoridad contra una población que vivía en la miseria. A ello se une la
implicación directa de la Guardia de Asalto, un cuerpo de seguridad creado por
la República para mantener el orden público en el ámbito urbano y que utilizaba
métodos menos represivos que los empleados por la Guardia Civil.
La
repercusión del suceso de Casas Viejas es tal que llega al Parlamento, donde
los distintos grupos políticos piden responsabilidades a Azaña y a Casares
Quiroga (Ministro de la Gobernación). El
Gobierno, dispuesto a sobrevivir al acoso que desde la izquierda y la derecha
emprendieron contra él por la excesiva crueldad con la que se había reprimido
el levantamiento, eludió responsabilidades. "No se encontrará un atisbo
de responsabilidad para el Gobierno", declaró su presidente, Manuel
Azaña, en el discurso a las Cortes del 2 de febrero de ese año. "En
Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir”.
Frente a "un conflicto de rebeldía a mano armada contra la sociedad y
el Estado", él no tenía otra receta, les repitió varias veces a los
diputados, aunque se corriera el riesgo de que algún agente del orden pudiera
excederse "en el cometido de sus funciones".
Manuel Rojas, Capitán de la Guardia de Asalto
Azaña desmiente las
acusaciones que pesan sobre él y crea una Comisión para aclarar lo sucedido.
Comparecen varios capitanes de la Guardia de Asalto, e involucran al Director
General de Seguridad, que es cesado de su cargo. También comparece el Capitán Rojas quién afirma que solo cumplía
órdenes, que le habían instado a que no hubiera heridos ni prisioneros y que el
propio Azaña le había ordenado “Ni heridos, ni prisioneros, los tiros, a la barriga”.
Finalmente el gobierno
logra salvar la situación tras ganar una moción de confianza a la que es
sometido el 16 de marzo de 1933, y gracias al informe positivo de la Comisión
investigadora, que había concluido que no existía responsabilidad directa por
parte de ningún ministro. Sin embargo, y a pesar de ello, el gobierno queda
seriamente tocado en su prestigio y credibilidad.
Azaña en la Comisión investigadora
Enlace interesante sobre el tema:
http://www.memorialibertaria.org/IMG/pdf/El_caso_Casas_Viejas.pdf
Que poco se habla de esto, ahora resulta que los "buenos" de la Guerra Civil no son tan buenos.
ResponderEliminarYo hasta hoy, creia que la "Memoria Historica" solo pretendia recuperar los muertos republicanos, fusilados por los "malos" y ahora me entero que entre los seguidores de la Republica tambien hay "malos"