La ciudad vasca, cuya
destrucción inspiró el maravilloso cuadro de Pablo Picasso, hoy conmemora el 76
aniversario del feroz ataque de las tropas alemanas, aliadas del General
Franco.
Eran las
cuatro y media de la tarde. Aquel lunes 26 de abril de 1937, Guernica vivía el
ajetreo de un día normal de mercado, mezclado con el trabajo cotidiano y, sobre
todas las cosas, con la angustia de la guerra, cuyos estruendos llegaban cada
vez que el viento soplaba del Este. Se luchaba en Marquina, a unos 15
kilómetros, y pocos tenían la esperanza de que los gudaris lograran frenar el
ataque de las tropas de Mola. Sin
embargo, pensaban que Guernica sería respetada por las bombas.
Justo a esa hora, las
campanas de la iglesia anuncian la inminencia de un ataque aéreo, entonces en
el cielo apareció un avión, al que seguirían muchos otros, que al llegar al
norte de la villa, a las afueras, comenzaron a soltar bombas. Se iniciaba así
la destrucción de la localidad, a manos de la Legión Cóndor. La aviación
soltaba las bombas sobre el mismo centro de la ciudad. La población vilmente
bombardeada sucumbió a los efectos de la barbarie tras dos horas intensas de
bombardeo. Los resultados fueron devastadores: más de 1600 civiles murieron y
otros 800 quedaron salvajemente heridos.
Las bombas alemanas no
alcanzaron el puente de la ciudad, la Casa de Juntas, el histórico roble, ni
las fábricas de armas allí establecidas y, ni siquiera, la estación de
ferrocarril, que era un claro objetivo militar. Por el contrario, el 70% de la
villa fue destruido o dañado. Las fotografías de la catástrofe dieron la vuelta
al mundo, pero ¿cuáles fueron las verdaderas causas de la destrucción de
Guernica?
Herman
Göring en el juicio de Nüremberg, destacó: “aprendimos mucho en Guernica
sobre cómo destruir una ciudad por completo”. Guernica tenía que ser
destruida no por su valor militar, como lo demostró el hecho de que el puente
hacia Rentería y las tres fábricas de armas para los gudaris no fueron tocadas por las bombas. El
valor de Guernica, como “Vaticano de los vascos” era espiritual. Bajo el
tradicional Arbol de Guernica, los reyes españoles juraban los fueros como
Señores de Vizcaya.
El bombardeo de Guernica
provocó una inmensa indignación, pero las tropas sublevadas achacaron aquel
ataque a los propios vascos. Así se convierte Guernica en símbolo de la
barbarie de la guerra civil española.
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